barbers’ stories

Todo el mundo conoce Parma como embajadora del Food Valley de Italia que ofrece glotonerías únicas como el Parmigiano, el prosciutto y el culatello.

Pero pocos saben que sus habitantes, sin falsa modestia, adoran comparar esta ciudad de la provincia emiliana con la Ville Lumière. ¿Por qué? Pues, como la capital francesa, Parma tiene una tradición aristocrática y una elegancia natural, tiene su Louvre en el complejo de museos de Palazzo della Pilotta y su “rive gauche” en el barrio bohémien de Oltretorrente. Pero la referencia tiene raíces históricas precisas: cuando Felipe I se casó con la hija del rey Luis XV de Francia en el siglo XVIII, el Ducado se llenó de artesanos transalpinos. Fue así que, junto con ebanistas, escultores y sastres franceses, el arquitecto Petitot plasmó Parma a semejanza de París. Hoy, este espíritu vive en los palacios, en los restaurantes, en las boutiques, en la pasión difundida por las antigüedades, en el dialecto, en los colores: el ‘giallo Parma’ (amarillo de Parma) y el violeta de la flor preferida de la Duquesa María Luisa, la segunda esposa de Napoleón (otro vínculo con Francia), con el que se produce el perfume típico de la ciudad.

El patrimonio artístico se extiende desde la Edad Media a la época contemporánea: desde la Catedral al Baptisterio, desde el Teatro Regio con su repertorio lírico hasta el Auditorium Paganini, diseñado por Renzo Piano en la primera fábrica de pasta Barilla. Pero el valor de la ciudad de Stendhal se extiende mucho más allá de sus confines, hacia una provincia entretejida con historia y modernidad, arte y espíritu empresarial.

Con sus escenarios inolvidables y su dinamismo vital, la Tierra de las Águilas atrae cada vez más trend-setters que buscan un destino insólito con alto potencial. Aquí destacan la creatividad, la abertura al mundo, un orgullo antiguo y una calidad gastronómica que merece un lugar de honor. Tirana es un destino imperdible para los apasionados de arquitectura soviética: aquí, el famoso estudio holandés MVRDV ha transformado el mausoleo del dictador comunista Enver Hoxha en una pirámide de vidrio que es un hub de alta tecnología para start-ups. Asimismo, un búnker antiatómico con cinco plantas subterráneas ha sido transformado en el museo de la historia de Albania Bunk’Art. Paseando por Tirana se encuentran mujeres y hombres que caminan seguros de sí, orgullosos descentientes de Scanderberg, el héroe que guió la lucha por la independencia contra los otomano-turcos.

Saliendo de la ciudad, en cambio, encontramos una costa incontaminada con aguas cristalinas, montañas escarpadas envueltas en la niebla atravesadas por pastores a caballo mientras sorben su raki, algunos de los monasterios ortodoxos más bonitos de toda la Europa oriental y el magnífico lago Ohrid, con sus pueblos pesqueros. En los últimos años, en definitiva, el viento ha cambiado de rumbo: Tirana se puede alcanzar desde todos los aeropuertos europeos para disfrutar de un calendario internacional de eventos en continua expansión. Conciertos, festivales de cine, un Salón del Libro y, sobre todo, una Beauty Fair en la que DEPOT Albania participa con Rei Qurdedi, el barbero que vamos a encontrar en nuestra exploración albanesa.

Deslumbrante, vibrante, intoxicante: así se presenta Sydney desde la primera mirada. Desde hace tiempo, esta ciudad icónica de Australia se considera en todo el mundo como un destino de ensueño: clima soleado y templado, ambiente multicultural, economía en ascenso récord desde hace tres décadas, población joven, atmósfera relajada pero no indolente, orden, limpieza y, sobre todo, un amor especial por la moda.

Fundada en 1788 como colonia penal británica, su toponimia suena familiar en oídos occidentales – existe una Bond Street y los Royal Botanic Gardens – pero antes de la colonización, Sydney era la patria de la tribu aborigena de los Darug, cuyo legado se halla en unos 2000 sitios arqueológicos. Sydney es una mezcla natural entre tierra y agua – innumerables bahías, infinitos canales y Bondi, la playa de los surfistas más instagramada del mundo – y el pasado-presente-futuro están en una relación de perfecta continuidad. Los nuevos rascacielos del distrito financiero dialogan con los edificios en ladrillo del siglo XIX, mientras que la famosa Opera House, ícono audaz con sus velas cándidas perfiladas contra el cielo, parece diseñada ayer, aunque es de los años ‘50, un proyecto del arquitecto danés Jørn Oberg Utzon.

Sydney rezuma despreocupación y ligereza de cualquier perspectiva, incluso y sobre todo por el hecho de que surge en un contexto natural privilegiado, a lo largo de una costa encantadora, y con espacios abiertos y salvajes a su alrededor. Todo aquí promete una oportunidad, parece decirte que lo que deseas – independientemente de lo que sea – es posible.